La Semilla de la Venganza ~FanDrabble Rymeria~

(Sí, me ha dado duro con esta pareja)




La joven no dejaba de pasearse inquieta por los pasillos de Lanza del Sol. Llevaba días incapaz de conciliar el sueño. Había logrado convencer a su padre para que diera uso de sus espías y trajera a los jóvenes Stark a la protección de Lanza del Sol. Pero habían pasado semanas y no había llegado cuervo alguno. No habían partido desde Dorne, eso les habría llevado mucho tiempo y era algo de lo que no precisaban demasiado. Con la angustia consumiendo su pecho, no hacía más que dirigirse a la sala del maestre, preguntándole si había noticias. Todo el castillo estaba preocupado.
Pero ella no acudía a nadie.
Arianne siempre estaba ahí para ella, y Nymeria era una de las mejores confidentes de la heredera de Dorne. Sin embargo, siempre quedaba ese algo, esa pequeña espina clavada para Nymeria como era el norte. Su pequeño secreto.

Oh, habían hablado del norte. Largo y tendido, muchas veces, tomando té, riendo, Nymeria mordisqueando un dátil con aspecto ausente. Tanto que ya era cotidiano. Pero nunca había hablado de cómo se sintió cuando Bran cayó y vio que la familia quedaba desolada. No mencionaba cómo se sintió al saber que Ned Stark había sido decapitado por traidor, aquel hombre que la había acogido en su casa pese a que tal vez no fuera la persona más adecuada para visitarlos. Tampoco hablaba del daño que le hizo escuchar la desaparición de la joven Arya, que había nombrado a su huargo como ella, y se había sentido honrada.
Simplemente, era como si esos hechos no existieran. No los mencionaba, sus emociones no se reflejaban en su rostro. No ocurrían. O eso daba a entender.
Arianne sabía cómo era su prima. Podría aguantar mucho. Había aguantado perder a sus primos cuando tenía cinco años, había aguantado una guerra y una rebelión y, como el resto de su familia, no quería que quedara impune. Pero, ¿alguna vez hablaba de cómo se sentía? Para nada. Ella lo sabía, Nymeria fijaba un objetivo y olvidaba sus sentimientos o, al menos, lo intentaba.
La heredera de Dorne se dirigió a su prima.
- Nym… tal vez deberíais venir conmigo, he conocido a unos gemelos que… bueno, prefiero no destriparos la sorpresa. ¿Por qué no me acompañáis?- Preguntó, intentando distraer a su prima.
- ¿Gemelos?- La joven pareció cuestionárselo, pero luego volvió al raudo caminar por el pasillo.- No, ahora no puedo.
- Nymeria por los Siete, ¿quieres pensar un poco con cabeza? No puedes pasarte todos los días esperando una misiva. Sé que le tienes mucho aprecio a esos niños y que Rickon te amaba, pero no por ello vas a tener que ignorar el resto de tu vida.
Nymeria suspiró, intentando contener la rabia.
- Están ahí, solos. Su hermano anda luchando una guerra perdida, y no digo que quiera aliarme con ellos, incluso con la ayuda de Dorne está todo perdido. Su madre ha perdido a su marido y ni siquiera está en su casa. Y no les queda nada más. Sólo la pequeña esperanza de que ese espía que habla en nuestro nombre recoja a los niños y los traiga para que estén a salvo.- Empezaba a derrumbarse, lo sabía. ¿Cómo no iba a hacerlo? Ese era su punto débil, no solo los niños, sino la posibilidad de perder a alguien más a quien amara. Nymeria era una guerrera, como todas las serpientes de la arena. Por supuesto, había luchado y matado, y mataría a aquellos que dañaran a su familia en el peor de los sufrimientos. Pero la idea de perder a alguien querido para ella era igual de dolorosa que la mordida de la criatura que le daba nombre.- Así que, por favor, déjame esperar el mensaje… Estaré en mis aposentos.
Dicho aquello, dio media vuelta y se dirigió hacia el final del pasillo. Arianne se quedó sola, sin saber cómo responder o cómo aliviar las penas de su prima.
Un cuervo llegó horas más tarde. Arianne logró interceptar la nota antes de que llegara a manos de Nymeria.
- Oh, Dioses…- Murmuró, tapándose la boca con la mano.- Esto no va a ayudarla en absoluto.

La noticia fue como un jarro de agua fría recién sacada del norte lanzado a su cara. Nymeria no supo cómo reaccionar. Agradeció a su prima que le avisara y pidió estar a solas. Había pasado horas releyendo la carta, luego horas sentada observando el horizonte.
No fue hasta bien avanzada la noche, cuando se permitió llorar.
Lo había perdido. Había estado cerca, a punto de rescatarlo… Pero fue demasiado tarde. Theon había acabado con los jóvenes, así como con Invernalia. El dolor encogió su corazón e hizo que soltara un alarido agónico. Alzó la vista, intentando que las lágrimas no cayeran más de sus ojos, y cerró los ojos con pesadez.
- Me iba a casar con vos, cabeza de chorlito. ¿No podíais haber sobrevivido?- Se preguntó, apretando con fuerza la nota que le había traído tan tristes palabras.
Se hizo el silencio durante horas y, a la mañana siguiente, apareció en la mesa de operaciones con una sola idea en mente.
Venganza.

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